¿Cómo tener paz mental y tranquilidad para ser felices? ¿qué me motiva? Son las preguntas que todas las personas deben hacerse al despertar.
La motivación diaria para ser feliz, tener paz mental y tranquilidad pueden provenir de diversas circunstancias. Cada persona tiene sus propias fuentes de motivación, pero hay algunas que son comunes entre muchas personas.
¿Qué es eso que le hace levantarse por las mañanas, que le genera tranquilidad y ganas de vivir el día a día? ¿se lo ha preguntado?
Una de las fuentes de motivación más importantes para ser feliz es tener un propósito claro en la vida. Cuando sabemos lo que queremos lograr y tenemos un sentido de dirección, estamos más motivados para trabajar por eso y superar los obstáculos que se presentan en nuestro camino.
Las personas como seres integrales deben tener claro que dificultades siempre -siempre- van a presentarse; no hay ser humano que diga “yo no tengo ningún problema” eso no existe en este mundo más cuando vivimos en una realidad de exigencias, carreras, presiones y limitaciones. Cuando menos nos lo imaginamos habrá algo que nos inquieta; alguna idea rondando la cabeza porque las dificultades sí existen, algunas ligeras otras no tanto.
¿Qué voy a comer hoy? ¿Cómo resolveré las cuentas por pagar si no tengo trabajo? ¿cómo voy a salir bien en un examen si la materia no la entiendo? ¿Quién me cuidará el perro, el gato, el canario mientras voy a la cita médica? ¿y si hoy el carro no arranca?
Todas las personas vamos a toparnos en el camino diario con dificultades; algunas más complicadas o tras de mayor complicación y lo cierto es que cada hombre y cada mujer tiene capacidades distintas para hacerle frente a esa realidad y una misma dificultad es un mundo distinto para cada ser.
Justo en este punto es donde es determinante las herramientas psico-emocionales que tengamos y cuan fortalecidas estén éstas. Las principales herramientas son:
Además de las anteriores es fundamental tener un propósito; este debe tener un sentido de significado u orientación – muchos lo conocen como meta- y se hace fundamental para encontrarse con la felicidad, un estado emocional que debe fortalecerse día a día, trabajar para alcanzarla y no esperar a manos cruzadas para que llegue.
¿Cómo se puede trabajar la felicidad?
La Fundación Carlos Slim propone 11 estrategias para ser feliz, se las comparto textualmente.
1. Expresar gratitud. En la actualidad las posesiones materiales de un niño multiplican por 10 las que tenía un niño hace 50 años. Incluso un niño de clase media baja tiene mucho más que lo que tenía un niño de clase alta hace medio siglo. Sin embargo, es una evidencia que los niños actuales no son 10 veces más felices. Algo falla, pues. El hecho de desear siempre más no es una buena idea, de modo que hay que aprender y enseñar a estar agradecido con lo que se tiene. Es una actitud típica de la filosofía budista y estoica: hay que fijarse en el presente y estar conforme con él, sin agobiarse demasiado con el futuro y sin lamentarse del pasado. Si los niños aprenden a valorar y agradecer lo que tienen, aprenden a su vez a valorar lo que tienen los demás, por lo que previsiblemente serán más generosos y empáticos.
2. Ser optimista. Pero sin caer en la ingenuidad. Hay que confiar en la autonomía de los niños para hacer las cosas y en su competencia para hacerlas bien. Sin duda cometerán no pocos errores, pero es un paso necesario para el correcto desarrollo: para un escritor, por ejemplo, no hay mejor herramienta que la papelera. La conciencia de saber que trabajar duro aumenta la posibilidad de que las cosas en efecto salgan bien es fundamental para alcanzar un estado de bienestar. A menudo, puede que no salgan bien, pero si no hay trabajo rara vez saldrán como queremos. Los optimistas no se dan por vencidos fácilmente y muchas veces esa es también la causa de su éxito.
3. Evitar pensar demasiado. Como dijo Buda, «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional». La mayor parte de nuestra infelicidad no viene de las cosas negativas que nos pasan –dolor– sino de lo que pensamos acerca de ellas –sufrimiento–. Es decir, del relato que hacemos de lo que nos ha pasado. Pensemos que, por ejemplo, la angustia es la conciencia de una posibilidad, pero no necesariamente de una realidad. Damos muchas vueltas a las cosas, la mayoría de las veces innecesariamente. En nuestras sociedades modernas occidentales, donde en general no hay problemas vitales acuciantes, el agobio por cualquier nimiedad -ahí está la tropa de “ofendidos” de las redes sociales- se ha convertido en un estado de ánimo permanente. Este comportamiento lo contagiamos involuntariamente a los que nos rodean, especialmente a nuestros hijos. Es lo que en psicología se llama rumiación, que es agarrar un pensamiento –normalmente negativo– y empezar a manosearlo en nuestra mente hasta que el estado de ánimo es mucho peor que el inicial. Una pérdida de tiempo y de energía.
4. Evitar la comparación social. La comparación social negativa es uno de los motivos principales de infelicidad en los niños y adultos. Desde pequeños nuestra sociedad de consumo exige poseer más y más a ser posible siempre por encima de nuestro vecino. Sin embargo, la paradoja de Easterlin explica que, a grandes rasgos, nos hace más felices el ingreso relativo que el absoluto. No es más feliz quien tiene dos coches que quien tiene solo uno, aunque sí puede serlo quien tiene uno con respecto a quien no lo tiene. A la familia, los amigos y los medios de comunicación les encanta comparar. Aplicado a un niño, todo esto significa que uno es más guapo, viste con mejores marcas o tiene más seguidores en la red social de turno. Esto es una fuente de infelicidad enorme. Ahora bien, la comparación positiva con ánimo de mejorar sí puede ser fomentada en los niños. Por ejemplo, hay que dejar claro que un niño nada mejor porque entrena más, pero siempre con la precaución necesaria para que esa explicación no se convierta en negativa.
5. Valorar el reconocimiento social lo justo y necesario. Con las nuevas tecnologías, estamos asistiendo a un fenómeno sin precedentes. Los niños sufren por no tener suficientes amigos en Facebook, no estar dentro de un grupo concreto de Whats App o no tener los suficientes “likes” en su última foto de Instagram. Es algo en lo que tenemos que trabajar, pues el verdadero reconocimiento, en los niños, lo da la familia, los amigos cercanos y la escuela (unas más que otras). Hay que explicar que las redes sociales tienen una importancia muy limitada y concienciar, además, de sus potenciales riesgos.
6. Invertir en relaciones sociales. De los pocos aspectos en los que coinciden los diferentes estudios sobre la felicidad es que las personas más felices son también las que más y mejores relaciones sociales positivas tienen. Nuestro cerebro es social y ha evolucionado biológicamente para favorecer estas conductas, pues, por simplificar, se sobrevive mejor en grupo que solo. Fomentar y promover en nuestros hijos habilidades para el contacto social y mantener vínculos emocionales positivos con los demás es un aporte de felicidad a largo plazo seguro y barato. Seamos claros: la principal tarea de un niño es jugar con otros niños y, si puede ser, de diferentes edades y sexos, generando vínculos personales positivos y duraderos. El juego enseña a ser flexible, contemplar los puntos de vista de otros y finalmente poder comprenderlos.
7. Moverse. Nuestro sistema nervioso evolucionó durante millones de años para moverse. Su estructura y fisiología están orientadas a perfeccionar el movimiento, ya sea para huir de los peligros o para acercarse a las situaciones apetecibles. El ejercicio asiduo, que en los niños se produce durante el juego al aire libre, promueve la liberación de una cascada compleja de neurotransmisores, neuromoduladores y hormonas que promueven la sensación de bienestar que perdura en el tiempo. A fin de cuentas, todos hemos observado cómo estando tristes o ansiosos hemos mejorado después de hacer un rato de ejercicio.
8. La amabilidad. Sin duda es otra característica a promover en el comportamiento de nuestros hijos. No cuesta nada ser amable. Asimismo, las personas amables son mejor vistas y consideradas por los demás. Como suele decirse, caes mejor a la gente y a su vez te tratan mejor. Invertir en amabilidad es un seguro a todo riesgo, algo que cualquier comercial tiene claro cada mañana, al salir de casa.
9. La empatía, Comprender y participar de las emociones de otra persona poniéndose con facilidad en lugar del otro favorece la amabilidad y la capacidad de ayuda, lo cual se relaciona con las características positivas mencionadas con anterioridad. Podemos jugar con nuestros hijos a preguntarles: ¿Qué está pensando ese niño que llora? ¿Por qué ha hecho esto ahora tu hermana? Si este juego se vuelve una costumbre, será mucho más fácil que luego surja de manera espontánea.
10. Afrontar los problemas. No escatimar tiempo en enseñar a nuestros hijos afrontar los problemas y las situaciones tristes o estresantes. Es una tarea complicada, porque nosotros mismos tenemos muchas veces dificultades, pero hay algunas estrategias avaladas por la ciencia:
● Buscar el lado positivo de situaciones tristes o estresantes. Por ejemplo, hay que preguntar al niño que nos cuente algo bueno que está pasando en el contexto de una situación triste
● Centrarse en el problema en sí, con los elementos visibles. Hay que intentar evitar que el niño imagine -algo que se le da muy bien- escenarios catastróficos para que un problema no crezca más. A menudo, cuando somos capaces de quitar a un problema los pensamientos terribles asociados a él, descubrimos que es mucho menor de lo que parecía.
11. Saber perdonar. Saber perdonar es una cualidad que se debe fomentar en un niño. Y lo es no tanto por el efecto que produce en el perdonado como porque el que perdona de verdad se quita el rencor, la ira y el “mal rollo” de encima, estados nada favorables para un niño. En un niño algo así siempre es bueno, si bien el perdón no debe significar la indulgencia absoluta. El perdón, dado que depende solo de nosotros, es un privilegio que tenemos a nuestro alcance. (https://educacioninicial.mx/11-estrategias-para-ser-feliz/).
Otra fuente de motivación importante es el apoyo social. Contar con amigos, familiares o una comunidad que nos apoya, nos ayuda a sentirnos conectados y respaldados. El apoyo social también nos ayuda a superar momentos difíciles y a celebrar nuestros logros juntos es decir…a compartir nuestras alegrías.
La práctica de la de la gratitud también puede ser una fuente de motivación para ser feliz y tener paz mental. Cuando estamos agradecidos por lo que tenemos en lugar de enfocarnos en lo que nos falta, estamos más abiertos a experimentar la felicidad y la satisfacción.
Insisto, la gratitud nos ayuda a enfocarnos en las buenas cosas de la vida y sostenerlo como algo que nos da placer y es gratificante, lo cual nos ayuda a tener una perspectiva positiva. Eso nos permite mantenernos atentos a esas pequeñas cosas que nos dan placer y nos consienten.
Ejemplos de situaciones que nos dan placer existen y tal vez no les prestamos atención. Imagina esos momentos donde casi se “orinó de la risa” con un amigo por algo gracioso que les pasó; compartir una rica comida con alguien que quieres mucho; jugar con su mascota; chinear a un ser querido, ver su serie o programa favorito; salir de paseo, aunque sea a la casa de un familiar, visitar a sus abuelitos si tiene la fortuna de tenerlos.
¿Ya lo vas viendo? apoyo social + actividad + propósito = felicidad
En este caso el apoyo social será su familia o ese ser querido + la actividad es que vamos hacer juntos + el propósito sería pasarla bien = el resultado de esto momentos de FELICIDAD, y es aquí donde viene lo importe y tenemos que tener claro que la FELIDAD es la suma de esos pequeños momentos que compartimos y nos llevan de satisfacción, placer, gratitud que nos hace sentir bien y tener paz.
A esto podemos sumarle muchas otras cosas como la práctica regular de ejercicios físicos y meditación que también puede ser una fuente de motivación. El ejercicio nos ayuda a liberar endorfina, que es la hormona que nos hace sentir bien y reduce el estrés. La meditación nos ayuda a reducir la ansiedad y a encontrar un estado de paz interior.
En fin, la motivación diaria para ser feliz, tener paz mental y tranquilidad puede provenir de diferentes fuentes. Encontrar nuestro propósito de vida, contar con el apoyo social, tener herramientas emocionales saludables, practicar la gratitud, ejercitar nuestro cuerpo y mente son algunas de las estrategias que podamos implementar para lograrlo.
¿Sabes qué? pásala muy bien y trabaje en ello para que lo bueno suceda.
– FIN DEL ARTÍCULO –
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