Es importante estar atentos ante algunas conductas de las personas menores de edad (en adelante PME) y poder ser cuidadosos en diferenciar la presencia de síntomas o conductas en niños, niñas y adolescentes ante posibles trastornos mentales del neurodesarrollo y médicos.
El considerar el contexto de desarrollo del funcionamiento cognitivo y afectivo de una PME es vital para poder tener una antesala de posibles eventos que se presenten en la actualidad; se considera desde traumas en la niñez o durante la adolescencia, historia de consumo y el acompañamiento del adecuado abordaje de manera prematura que logra contener un posible desenlace de un trastorno mental.
Según CIE-11 el trastorno psicótico agudo y transitorio se caracteriza por la aparición aguda de síntomas psicóticos que emergen sin pródromo y alcanzan su máxima gravedad en dos semanas. Los síntomas pueden incluir delirios, alucinaciones, desorganización de los procesos de pensamiento, perplejidad o confusión y trastornos del afecto y el estado de ánimo.
Pueden existir personas con trastornos mentales primarios (psicosis aguda primaria) que suelen presentar alucinaciones auditivas, trastornos cognitivos graves y delirios complejos, por otro lado, pueden existir alteraciones secundarias ocasionadas por una afección médica (psicosis secundaria) con cambios cognitivos, alteraciones de los signos vitales y alucinaciones visuales.
Ahora bien, como parte de estas afecciones secundarias, el consumo de sustancias psicoactivas ilícitas como cannabis, anfetaminas, cocaína, entre otros son la causa médica más frecuente de psicosis aguda, generando un impacto en el cerebro inmaduro de estas personas jóvenes y logrando desencadenar daños colaterales.
Los síntomas psicóticos en niños y adolescentes son una caracterización propia de la esquizofrenia y se destaca por una grave alteración del pensamiento y percepción de la realidad, existen síntomas positivos como: las alucinaciones, los delirios y pensamientos desorganizados; por otro lado, están los síntomas negativos como el aplanamiento afectivo, alogia, abulia y la anhedonia.
Estos eventos tienen un valor determinante en el pronóstico de la PME, de aquí la importancia de sensibilizarnos ante el tema expuesto, poniendo atención a ciertos síntomas que pueden contextualizar a la persona profesional que consulten en el momento que observen comportamientos poco habituales en las personas menores de edad, ya que la evaluación en esta población es más precisa que un adulto, contemplando hallazgos clínicos y elementos de los antecedentes médicos detallados, incluyendo exámenes complementarios (laboratorios, electroencefalogramas, entre otros), neurológicos, factores causales, estresores psicosociales o trastornos psiquiátricos que puedan esclarecer las circunstancias presentes en el momento.
Es relevante que además de las familias, el personal de salud sean cuidadosos en poder identificar la presencia de síntomas o comportamientos en la población menor de edad, el estar actualizados permite que al equipo de trabajo tener mayor precisión en el diagnostico partiendo de una evaluación longitudinal y reconociendo que las limitantes en un primer contacto no deben prevalecer en la continuidad de un abordaje más preciso y poder llegar a la causa definitiva del motivo de consulta por lo que llegaron al servicio de atención.
Muchas veces ya confirmado posterior a la evaluación inicial, que la razón de los síntomas no son una manifestación de otro trastorno o enfermedad (tumor cerebral) tampoco del efecto de una sustancia o la abstinencia de esta o de un medicamento y su impacto en el sistema nervioso central (corticoesteroides) se debe pautar un análisis más profundo y su posible derivación a un nivel de atención especializada para el debido abordaje.
Queda en evidencia que el equipo de trabajo no debe centrarse únicamente en el manejo de los síntomas, con tratamientos farmacológicos por ejemplo, si no deben enfocarse también en analizar las posibilidades de comorbilidades más comunes existentes, como trastorno depresivo, trastornos afectivos bipolares, trastornos por estrés postraumático, trastornos obsesivos compulsivos y trastornos emocionales o factores que pueden dar lugar a síntomas psicóticos entre ellos el abuso, negligencia, obtención de beneficios secundarios debido a la presentación de síntomas.
Es primordial ser cuidadosos en evaluar bien a la persona menor de edad, el contexto del desarrollo cognitivo y afectivo, además estar atentos a las conductas poco comunes y repentinas, concientizando de una forma clara y basada en la evidencia al recurso socioafectivo y equipo de salud sobre las posibles comorbilidades (trastornos por hiperactividad y déficit de atención, trastornos de estrés postraumático complejo, trastornos de adaptación, entre otros).
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