La vida humana y el sistema social se construyeron y se nutren de forma conjunta a lo largo del tiempo; de esa sincronía surgen elementos propios que permiten el análisis y comprensión de la vida humana y el sistema social.
Buscar oportunidades para concienciar o concientizar a las personas sobre los factores de riesgo, asociados al uso, abuso y dependencia del tabaco, alcohol, cannabis, cocaína, tucibí, heroína y demás sustancias psicoactivas, es un trabajo que debe potenciarse todos los días y corresponde a los grupos etarios de mayor edad promover la educación, el conocimiento y buenas prácticas para que la niñez y adolescentes nutran sus opiniones a partir de vivencias, experiencias y la evidencia.
Resulta muy asertivo presentar la realidad a las personas menores de edad desde un análisis que capture la atención porque las chicas y los chicos están en la etapa de desarrollo y lo que aprendan antes de los 18 años será fundamental para la vida de ellas y ellos; hablarles con respecto y con claridad los conllevará a ser seres humanos analíticos, con capacidades más desarrolladas para resolver los conflictos y retos de la vida cotidiana.
Lograr comprender la importancia de la socialización en su papel fundamental en la construcción del ser humano; como formador de normas, valores, habilidades y creencias, es necesario para la integración de las personas en la sociedad. Es a partir de este análisis que se visualiza la importancia de los agentes precursores de este proceso y las acciones que estos realizan en dicha formación, desde donde se fortalece el desarrollo de la identidad personal y social.
Esta es una visión amplia del rol y funcionamiento de estos agentes, contemplando también las repercusiones negativas que se producen ante la ausencia o las acciones negativas de los mismos y cómo estos pueden influir en la formación de la identidad y los comportamientos, tanto de manera positiva como negativa y cómo estos pueden exacerbar las dificultades que los adolescentes enfrentan al navegar por las etapas de transición como la que se experimenta al pasar de la niñez a la adolescencia.
El trabajo de los profesionales que se ocupan y preocupan por el bienestar de las personas se centra en lograr mejor comprensión de: los aspectos beneficiosos, los factores de riesgo, la optimización de los entornos de socialización, de tal manera que estos aspectos generen beneficios positivos para el desarrollo saludable y una identidad sólida en las distintas etapas del ciclo de vida, en especial durante la etapa de la adolescencia
Para comprender mejor el abordaje técnico de la vida humana y el sistema social se presentan términos clave para la comprensión de los mensajes que puedan ofrecer las personas mayores de edad a las menores.
Este proceso que acompaña la vida de los seres humanos, está presente durante todas las etapas del ciclo vital o ciclo de desarrollo, es decir, inicia desde el nacimiento y continúa durante toda la vida, sincronizando elementos importantes entre las interacciones propias en la relación individuo – contexto (inmediato y extenso).
La importancia de este componente en lo social, radica en el valor que tiene en la propia construcción del ser, siendo que este proceso de desarrollo, permite que los seres humanos aprendan e interioricen las normas, roles, valores, creencias, habilidades y comportamientos necesarios para integrarse y funcionar adecuadamente en una sociedad específica; que además es fundamental en el desarrollo humano y crucial para la formación de la identidad personal y social.
Incluso la socialización permite dar un sentido propio al ser humano, mismo que se gestiona desde las distintas fuentes que pueden dar significado, es decir, aquellas que inciden en proporcionar un marco esencial para dar sentido de vida, y que incluso tienen una relación directa con el sistema social como: la religión, la participación en algún grupo social, la orientación de gustos, los intereses, los sueños y las metas.
Estos anhelos o participaciones colectivas toman mucha importancia en el rol social que se construye en conjunto con la identidad personal, pero es importante aclarar que esta generación de sentido y significados no ocurre en el vacío o la nada; es más bien una danza entre la individualidad y la cultura que le proporciona forma. Estos agentes de socialización o socializadores tienen un papel crucial en el ciclo vital y las acciones inciden en el desarrollo de habilidades necesarias en cada una de las etapas.
La obra de Simkin, H. Becerra, G. (2013) explica que todo inicia con la familia como primer agente al que tenemos contacto, seguido de la escuela, los grupos de pares, los medios de comunicación y la cultura en general.
La ubicación propia de estos agentes no es adrede, siendo que los mismos se posicionan conforme las diferentes etapas en las que los seres humanos trascienden y aprenden, no solo a comportarse sino también se entrenan con habilidades sociales como: la comunicación asertiva, tolerancia a la frustración resolución de conflictos, trabajo en equipo, empatía y la resiliencia.
Es agente socializador desempeña un papel crucial en la formación y crecimiento del ser, principalmente en las primeras etapas del ciclo vital siendo este el primer entorno en el que el niño o niña experimenta como primer sistema social.
Este sistema, no solo sirve como guía para las primeras experiencias sensoriales, físicas y emocionales, sino que también juega un papel fundamental en el desarrollo de la identidad personal y social.
En esta acción de formación, la familia toma el rol de primer maestro y guía, encargado de inculcar no solo las reglas y pautas que rigen la sociedad, sino también las tradiciones y valores que conforman la esencia misma de la identidad cultural. Acciones que realiza a través de conexiones sociales que se generan entre los miembros del grupo familiar, cultivada por medio de los lazos afectivos y las interacciones de los miembros.
Este agente socializador desde su rol formativo gracias acciones nombradas como dominios de interacción, siguiendo la obra de Grusec y Davidov (2010), bajo los conceptos de protección, afectividad mutua, supervisión, guía en el aprendizaje y participación, conceptos desde donde se encapsulan los pilares sobre los cuales se establecen las interacciones y funciones de este agente socializador. Reconociendo así, que es desde ese momento inicial de vida donde inicia las bases para la adquisición de normas, valores y comportamientos.
Llegando así a comprender a la familia como una especie de laboratorio social donde se forjan las primeras interacciones y conexiones sociales, desde donde se germinan las semillas de la identidad individual y social, cultivadas con amor, cuidado (supervisión) y sobre todo educación (disciplina).
Este agente a diferencia del anterior, se ve desde una perspectiva más ampliada, además que su formación se realiza en 2 vías ligadas entre sí. Por un lado, se encuentra aquella vía que se dedica a potenciar las habilidades sociales, con el objetivo de expandir las interacciones, fortalecer los vínculos sociales, la colaboración, la empatía, la resolución de conflictos y a trabajar en equipo. Las anteriores competencias cruciales para una participación exitosa en la sociedad.
Sin embargo, la escuela también expone a los estudiantes a una diversidad de perspectivas culturales, étnicas y sociales, lo que contribuye a su comprensión y aprecio por la diversidad de la humanidad, lo que a su vez promueve una coexistencia armoniosa en una sociedad cada vez más globalizada. Y que además permite el desarrollo de habilidades como la tolerancia y el respeto. Aunado a la expansión de la información a la que se tiene acceso, siendo que la interacción con nuevas formas conocimiento, costumbres, gustos etc. se amplia.
La otra vía en la que apoya este agente socializador, tiene que ver con el aprendizaje desde el ámbito académico y la evolución del desarrollo desde los distintos estilos de aprendizaje, basada en el currículo, en el aprender a leer, escribir y sumar.
Aunque este agente al igual que los otros se encuentra presente a lo largo de la vida, adquiere un sentido particularmente importante en la adolescencia, especialmente en el rango de los 14 a los 17 años, periodo que según la UNICEF (2021) se conoce como adolescencia media.
Los grupos de pares, también conocidos como grupos de iguales o grupos de compañeros, son una forma de organización social en la que un conjunto de individuos que comparten similitudes o intereses comunes se unen por diversas formas, como tenemos por ejemplo aquellos que se forman desde la educación, el trabajo, intereses, etc. Estos grupos desempeñan un papel crucial en diversos aspectos de la vida humana, desde la educación hasta el desarrollo psicosocial.
Como ya se mencionó, en la adolescencia este agente desempeña un papel importante en la construcción de la identidad personal y social de un individuo, siendo esto significativo en el sentido biológico del propio ser, desde donde el conocido “sentido de pertenencia” moviliza a la búsqueda de otros individuos que reflejen mis intereses y valores, para con esto fortalecer quién soy y dónde encajo en la sociedad.
En este sentido el grupo de pares desde la socialización humana influye en la formación no solo de la identidad, sino también de las normas y comportamientos a lo largo de la vida. Esto lo hace por medio de mecanismos interactivos y de influencia, desde donde estos grupos moldean nuestras percepciones, pensamientos y acciones.
Incluso, este agente socializador influye en la construcción de lo que se conoce como roles de género, ya que a menudo promueven y refuerzan las expectativas de género. Es aquí donde las distintas teorías de genero adquieren sentido, siendo que se ha conocidos que los niños y niñas aprenden comportamientos y actitudes considerados “apropiados” para su género a través de la interacción sociales, especialmente con sus pares.
Además, se les presta especial atención a los grupos de pares debido a que esta interacción con compañeros permite a los individuos desarrollar habilidades sociales esenciales, como la comunicación, la empatía, la resolución de conflictos, es decir aquellas habilidades necesarias para la cooperación y la integración social.
El entorno en el que una persona reside o pasa la mayor parte de su tiempo no solo es un lugar físico, sino también un poderoso agente socializador que moldea creencias, valores y comportamientos. Esta área, ya sea un vecindario, una comunidad rural o una zona urbana, despliega una influencia silenciosa pero profunda en la forma en que las personas interactúan en los diferentes contextos.
Desde aquí y mediante las interacciones diarias, los patrones de comunicación, las costumbres compartidas y las actividades comunitarias, ya sea con los vecinos, amigos y familiares generan impactos en la información de una identidad tanto individual como colectiva, con especial énfasis en esta última.
Además, desde una visión más ampliada, la zona de residencia también actúa como un punto de partida para las oportunidades de desarrollo, en los ámbitos laborales y educativos, lo que a su vez influye en la propia identidad por ende en el desarrollo y crecimientos de las personas.
En una sociedad como la actual los medios de comunicación llegan a formarse como un agente socializador que está presente durante todo el ciclo vital y a su vez permea en el desarrollo y la formación las identidades que hemos visto en párrafos anteriores.
Esto se debe a que este consumo audiovisual se vuelve a la vía por la cual se transmiten mensajes, tanto de información como de entretenimiento; incluso a una magnitud globalizada por su rapidez y facilidad de trasmisión, donde siguiendo a Simkin, H., & Becerra, G. (2013) pueden darse en por medio de la televisión, la radio o aquellos cuya fuerza se expandió en la modernidad desde las computadores y celulares gracias a la internet
Desde aquí adquiere sentido esa interconexión que hoy se observa en los medios de comunicación y la socialización, llegando así a desempeñar un papel esencial en la formación de la identidad individual y social, así como en la manera en que las personas se conectan, se relacionan entre sí, en cómo se comprende el mundo que les rodea, e incluso tienen influencia en la formación de valores, actitudes, pensamientos y comportamientos.
Esto, se debe al papel que adquiere este agente en la generación de contenido, desde donde se pueden representar diversos personajes y situaciones de forma hipotética o no, y que ofrecen una gama de información, modelos y roles que pueden ser imitados, esto último, debido a la capacidad que tienen los seres humanos de identificarse con estos “personajes o situaciones”.
La adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo humano, marcada por una serie de cambios físicos, emocionales y psicológicos. Durante este período de transición entre la niñez y la adultez, los individuos experimentan un proceso de desarrollo de su identidad personal y social, influenciado en gran medida por la socialización y los agentes que intervienen en su entorno.
La UNICEF (2021) refiere esta etapa como necesaria e importante e incluso cita a la Organización Mundial de la Salud desde la definición de adolescencia “como el período de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años”. Además, la dividen en tres fases; adolescencia temprana de 10 a 13 años y adolescencia media 14 a 16años y adolescencia tardía de 17 a 21 años.
Siendo este un proceso de desarrollo, además de los cambios físicos progresivos, también se genera de esta misma forma la capacidad de razonamiento y de control emocional, por lo tanto, como indica La UNICEF (2021) es natural y esperable que encontremos una ambivalencia en casi todo, por lo cual se puede presentar dificultades o fluctuaciones tanto en el comportamiento como en la toma de decisiones.
Otras de las características que se presentan durante la adolescencia es el mostrar curiosidad, una constante necesidad de conocer el porqué de las cosas, que se suma a esa marcada actitud crítica propias de la edad. Lo que puede llegar a convierten en un coctel que genera una alta frustración en los miembros de la red de apoyo.
Además, este periodo se caracteriza por la alta exploración de nueva información y la experimentación, desde donde las y los adolescentes buscan comprender quiénes son, qué les apasiona y cómo encajan en el mundo que los rodea. Llegando así a formase a medida que se relacionan con diversos agentes socializadores, su identidad.
Es crucial durante esta etapa que los agentes socializadores reconozcan la importancia de su influencia en la vida de los adolescentes y trabajen juntos para proporcionar un entorno de apoyo y empoderamiento. Al entender y fomentar el desarrollo saludable de la identidad personal y social, podemos ayudar a los jóvenes a enfrentar los desafíos de la adolescencia y a convertirse en adultos seguros y conscientes de sí mismos.
Los agentes socializadores y el rol de estos desde el ciclo vital, con especial atención en la adolescencia; el presente apartado de este escrito analizara lo puesto, es decir, que pasa cuando estos agentes no están presentes o cuando lejos de ser protectores, sus acciones por el contrario se tornan como factores de riesgo que como se indica desde la obra de Sanibañez, G. et al. (2015) aumentan la probabilidad de que una persona, una comunidad o un sistema enfrenten peligros, daños o consecuencias negativas.
4.1 Factores de riesgo en la familia:
La familia tiene un papel importante como agente socializador en la vida de un individuo, sin embargo, cuando no está presente o su funcionamiento no es el más adecuado, el grupo familiar puede ser más bien un factor de riesgo, donde se puede observar lo siguiente:
Falta de apoyo emocional: cuando los miembros de la familia no se sienten respaldados emocionalmente entre sí, puede haber conflictos y problemas de salud mental.
Dificultades en la comunicación: la falta de comunicación asertiva entre los miembros de la familia puede dar lugar a malentendidos, resentimientos y conflictos.
Conflictos familiares: disputas frecuentes y la falta de resolución asertiva de problemas, pueden generar un ambiente disfuncional e incluso de violencia.
Violencia: La violencia (física, patrimonial y emocional) dentro de la familia puede tener efectos devastadores en la salud emocional y física de todos los involucrados.
Problemas financieros La dificultad para cubrir las necesidades básicas, puede causar estrés y conflictos, afectando las relaciones y la calidad de vida en la familia.
Divorcio y separación La ruptura de una relación de pareja puede tener un impacto emocional en los niños y otros miembros de la familia.
Enfermedad o discapacidad La presencia de problemas de salud crónicos o discapacidades puede generar estrés adicional en la familia y requerir adaptaciones significativas.
Uso o abuso de sustancias: El consumo de drogas o alcohol por parte de uno o varios miembros de la familia puede desencadenar conflictos, desequilibrios, problemas de salud, así como la normalización de esta conducta.
Falta de estructura y límites: La ausencia de reglas y límites claros puede llevar a la confusión y la falta de responsabilidad entre los miembros de la familia.
Falta de apoyo social: El aislamiento social y la falta de interacciones, pueden aumentar el estrés y dificultar la capacidad de la familia para afrontar desafíos.
Desempleo: La pérdida de empleo de uno o más miembros de la familia puede afectar la situación financiera y emocional de la familia.
Problemas educativos: Dificultades como la deserción y la falta de apoyo en la educación, pueden generar preocupaciones y tensiones en la familia. Así como menores oportunidades de desarrollo e inserción laboral.
Crianza inadecuada: La falta de habilidades parentales, el exceso de control, autoritarismo o la negligencia pueden afectar el bienestar y el desarrollo de los menores de edad.
4.2 Factores de riesgo en la escuela
Los factores de riesgo en el contexto escolar, se refieren a condiciones o situaciones que pueden aumentar la probabilidad de que los estudiantes enfrenten dificultades académicas, emocionales o sociales.
Bajo rendimiento académico: Dificultades en el aprendizaje, la falta de apoyo educativo, la falta de acceso a recursos didácticos y la desmotivación pueden contribuir al bajo rendimiento académico
Bullying y acoso: El bullying y acoso pueden tener un impacto negativo en la salud mental y el bienestar emocional de los estudiantes.
Presión académica excesiva: Generar cargas de trabajo abrumadoras, pueden afectar negativamente la salud mental de los estudiantes (fuentes de estrés).
Aislamiento social: La falta de relaciones sociales positivas y la sensación de aislamiento pueden influir en la participación escolar y en la motivación para asistir a clases.
Problemas de comportamiento: Conductas disruptivas, indisciplina y falta de respeto a las normas escolares pueden afectar el ambiente de aprendizaje y la experiencia de otros estudiantes.
Falta de apoyo familiar: La falta de involucramiento y apoyo por parte de los padres o encargados puede tener un impacto negativo en la motivación y el rendimiento académico.
Dificultades de adaptación: Cambios en la estructura escolar, transiciones entre grados y nuevos entornos pueden generar estrés y dificultades de adaptación.
Falta de recursos escolares: La falta de instalaciones adecuadas, materiales didácticos, personal docente capacitado y programas extracurriculares puede limitar las oportunidades de aprendizaje.
Dificultades socioeconómicas: Los estudiantes de familias en situación de pobreza o pobreza extrema pueden enfrentar desafíos adicionales debido a la falta de acceso a recursos y oportunidades.
Falta de supervisión: La falta de supervisión adecuada en la escuela puede permitir oportunidades para el consumo de drogas sin ser detectado.
4.3 Factores de riesgo en grupos de pares:
Los factores de riesgo en los grupos de pares se refieren a las circunstancias y características que aumentan la probabilidad de que los individuos experimenten problemas o comportamientos negativos como resultado de la influencia de sus amigos o compañeros.
Presión de grupo: La presión de los amigos y compañeros puede ejercer una influencia significativa en el comportamiento de una persona. Si un grupo de pares valora o promueve el consumo de drogas, puede aumentar la probabilidad de que un individuo participe en dicho comportamiento para encajar o ser aceptado.
Normalización de conductas de riesgo: Si un individuo percibe que el consumo de drogas es normal o común dentro de su grupo de pares, es más probable que se sienta inclinado a participar en dicha conducta para ajustarse a esa norma percibida.
Falta de habilidades de afrontamiento: Los adolescentes y jóvenes pueden carecer de las habilidades necesarias para resistir la presión de grupo o para manejar situaciones sociales en las que se les ofrezcan drogas.
Falta de supervisión: Cuando las y los jóvenes pasan mucho tiempo sin supervisión de adultos responsables, es más probable que se involucren en comportamientos de riesgo, como el consumo de drogas.
Baja autoestima: Las personas con baja autoestima pueden ser más susceptibles a la influencia de los grupos de pares, buscando validación y aceptación a través del consumo de drogas u otras conductas de riesgo.
Exposición a modelos a seguir negativos: Si los modelos a seguir dentro del grupo de pares están involucrados en el consumo de drogas, los individuos pueden estar más inclinados a imitar su comportamiento.
4.4 Factores de riesgo en los medios de comunicación
Los medios de comunicación pueden influir significativamente en el comportamiento y las actitudes de las personas, especialmente en las y los adolescentes. A continuación, se presentan algunos factores de riesgo en los medios de comunicación que están asociados al consumo de drogas en adolescentes:
Normalización del consumo de drogas: Cuando los medios muestran el consumo de drogas de manera frecuente y positiva, pueden normalizar este comportamiento, llevando a los adolescentes a creer que es algo común y aceptable.
Exposición a modelos a seguir negativos: Los adolescentes a menudo buscan modelos a seguir en los medios de comunicación. Si ven a sus celebridades favoritas consumiendo drogas sin consecuencias negativas, podrían verse influenciados a repetir ese comportamiento.
Desinformación: Los medios pueden difundir información errónea o incompleta sobre las drogas, lo que puede llevar a los adolescentes a tener una comprensión incorrecta de los riesgos y beneficios asociados al consumo.
Viralidad de contenidos con situaciones de riesgo: Los desafíos en línea y los contenidos virales que involucran situaciones de riesgo (S.R.) como el consumo de drogas, la violencia etc. pueden llevar a los adolescentes a situaciones donde peligre la vida y la integridad.
4.5 Factores de riesgo en la comunidad
La comunidad ha mostrado tener una influencia importante en el desarrollo de la identidad de una persona, su influencia en la formación de creencias, valores y comportamientos, hace de este agente sujeto de análisis, siendo que su funcionamiento deficiente o negativo pude generar factores de riesgo como los siguientes:
Normalización del consumo de drogas: Si la comunidad tiene una cultura que normaliza el consumo de drogas o si los adolescentes perciben que el uso de sustancias es común y aceptado, es más probable que se sientan presionados para probarlas.
Disponibilidad: La presencia y accesibilidad de drogas en la comunidad aumenta la tentación y la posibilidad de que los adolescentes experimenten con ellas.
Falta de actividades recreativas y oportunidades: Comunidades con escasas opciones de actividades recreativas y extracurriculares pueden influenciar en el consumo de drogas.
Falta de educación y programas de prevención: La ausencia de programas educativos y de prevención en la comunidad puede dejar a los adolescentes desinformados sobre los riesgos y las consecuencias del consumo de drogas.
– FIN DEL ARTÍCULO –
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